ENSEÑANZA DENTRO DE UN AVION



Reconozco que ultimamente me puedo poner un poco pesadito con lo de darle una rebozado simbólico a todo lo que veo o me pasa. Y es que ay, el daño que pueden hacer ciertos libros que me leo en sesión continua.
Pero es que hoy, en mis primeros momentos de esta segunda aventura a la americana me ha ocurrido una “anessdota” que me ha hecho reflexionar ( pero bueno, una reflexión sin grandes alardes eh, que lo mío es un poco de barra de bar ), sobre algunas situaciones de la vida.
Va, que la cuento ( la “anessdota”, no la vida )

Después de levantarme cuando la mayoría de la gente de mal vivir, están aun tomándose la segunda copa y de pasar un simplón vuelo a Alemania para hacer escala , me embarco en el avión que me esta llevando en este momento ( veasé la foto) a Miami y aunque ya estaba prevenido desde facturación que mi asiento era de esos que se encuéntran en medio de otros dos viajeros, veo al llegar que la cosa es peor de lo que me esperaba; a mi izquierda tengo la versión germana de papa Noel pero vestido de calle ( Papá Noel vestirá así de rojo siempre? ), y ya desde el principio con la firme intención de no cederme parte del posabrazos que compartimos y que ya había hecho suyo cual barricada. Por suerte aun no hay nadie a la derecha y durante breves instantes albergo la loca esperanza de que esa situación se mantuviese así todo el trayecto. Esperanzas vanas, claro está: de repente aparecen dos afroamericanos ( el negro de toda la vida ) divididos es una enorme montaña de cuerpo humano masculino con gorra ladeada y una mujer de , digámoslo fino, generosas posaderas que se sientan por separado . Y como en cámara lenta compruebo que no, no pasan de largo, y el hombre se para a la altura de yo me hallo, comprueba el numero en su billete , mira en numero de la fila y después de otro vistazo al billete para que no quepa dudas va y suelta un susurrante OK que en mi interior es un brutal y explosivo “Hostias no!!!” que me hace retorcerme en mi asiento. Ya me veií yo, que no soy de talla pequeña , embutido cual sardina en lata entre en el alemán barrigudo y el negrazo XXL durante solamente nueve horitass de viaje. Casi ná!
Pero de repente, cuando ya empezaba a asumir la agobiante incomodidad, ese buen hombre que me habla en perfecto ingles y después de mi ya clásico “I´m sorry, my english is very bad” me repite gesticulando tres o cuatro palabras que interpreto acertadamente como si no me importaria cambiarle el asiento a su esposa ( la del culo gordo ) que ,Oh albricias, ademas tiene asiento de pasillo y al lado de una minúscula mujercita que no para de leer con las gafas en la punta de la nariz.

Y ahora viene la lectura y la reflexión ( que esto esta quedando largo y seguro que tenéis cosas que hacer ) , y es que a veces lo que crees que va a ser un gran problema es a la postre lo que te ofrece una mejora en tu vida.. Y oye, ¿a que no me ha quedado mal la moraleja?

P.D. Antes de marcharme a mi nueva ubicación dentro del avión juraría haber visto una ráfaga de pánico en los ojos del papa Noel. Halé, por egoísta!!!

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