FLAMINGO: VIVIR COMO UN RICO


Cuando salí del aeropuerto lo primero que ví una vez ya en el taxi fue un deportivo que marchaba a toda velocidad entre palmeras bajo un cielo azul casi imposible. Y aunque también he visto bastantes retazos de la otra cara mucho menos amable de la realidad , aquí el lujo se te presenta así, casi con naturalidad, sin las estridencias de NY como si formara parte del lugar que se asocia al paisaje con una lógica y suave mezcla.

Esa imagen tan tópica y a la vez tan real ha sido constante en mi retina en esta semana que llevo ,y además un juego de oportunidad y decisión personal me ha traído a vivir a la urbanización Flamingo donde esa sensación de belleza y lujo se te hace diaria; si a la mañana haces deporte en un gimnasio en una octava planta con la bahía como el paisaje que entra impactante por los inmensos ventanales y la tarde la puedes pasar en una piscina de arena a pocos metros de esa misma bahía que además te muestra a esa hora la silueta de un pequeño Manhathan al fondo.

El atardecer mas tarde es una gozada para la vista, una loca fiesta de colores naranjas y violetas ,con brillos y sombras que dejarían ridícula cualquier postal de esas que te intentan asegurar que el paraíso existe y está en alguna parte lejana del mundo…

Yo , acostumbrado a una realidad mucho menos sublime me siento aquí por ahora , un poco como un forastero, algo desconcertado y perdido, extrañado que este lugar no se corresponda a unas caras vacaciones de pocos días concertadas en cualquier agencia de viajes de Madrid

No es sencillo quitarse por una vez el corsé de las limitaciones que siempre te han acompañado y permitirte sin remordimiento, ansiedades o miedos este tipo de nivel de vida, convencerte que tienes derecho a él, que no te excede. En esto, también he venido a Miami a aprender, a creer en mi.

Pero convencerme que no me excede, no significa que me permita a mi mismo anestesiarme del disfrute constante ( y consciente ) , segundo tras segundo ,que es esta colección de comodidades rodeadas de belleza que vivo en Miami Beach. Son demasiadas cosas preciosas , demasiados regalos para los sentidos y por extensión para el espíritu, como para que se me escapen de entre los dedos por culpa de la costumbre.

No me olvido que Miami es sobre todo para mi un objetivo profesional que ,intuyo será duro y difícil, pero es cierto, que a diferencia de New York donde sentías que la ciudad se te ponía a menudo en tu contra, aquí la pelea ,por todo lo que digo, la vives con la impresión de tener el viento de la amabilidad de esta parte del mundo a tu favor.

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