EN DOS RUEDAS


Cuando tenia unos seis años me robaron la bici a punta de navaja. Era amarilla y me la habían comprado seis dias antes. Lloré amargamente con la sensación de susto, impotencia y pérdida como solamente suele puede llorar un niño cuando… le roban su bici amarilla y nueva.

Y al respecto no descarto que algún psicólogo ( preferentemente argentino, y que me perdonen los psicólogos, preferentemente los argentinos ) llegará a la muy estudiada conclusión que desde entonces tengo un conflicto aun no resuelto en mi subconsciente y que por eso a mis años aun me muerdo las uñas, pero la verdad, me parecerá una memez… Bueno, no, ahora que lo pienso, tengo que reconocer que desde entonces detesto que me roben las bicis.Es algo a lo que le he cogido una maniaaaaa….

Todo esto viene a cuento por el hecho que uno de los pequeños placeres que me estoy pegando a barra libre aquí es la de ir por ahí paseando montado en bicicleta, con la sensación de ligereza que te da el ir pedaleando, bien por la calle peatonal o bien por el paseo marítimo, en el momento del atardecer.

Y no se si será por mi traumática experiencia infantil pero lo cierto, es que disfruto tontamente como un chaval cada vez que me subo a mi prestada bicicleta. Tnato que a veces me sorprendo yendo por ahí con la sonrisa puesta.

( Bueno, aclaremos, no siempre disfruto igual, que el sábado pasado me lie casi cuatro horas, recorrí de arriba y abajo la isla y al final yo ya no sabia si tenia un culo o una tortilla de camarones justo debajo de la espalda )

Es de esos detalles que parecen no tener demasiada importancia a la hora de sopesar la calidad de vida de un lugar ( seguramente esto mismo se lo comento en persona a un ciudadano de aquí y la cara de “ ¿Qué me esta contando este tio? ¿Pero de donde ha salido? sería de época ) pero que al llegar y conocerlo empiezas a valorar como tu particular gran descubrimiento, a la altura mas o menos de la bombilla o la receta del tiramisú.

Hay una idea que me asalta siempre mientras surfeo “gracilmente” ( es un decir porque seguramente pareceré una versión rodante de un gorila ) por las calles de este Miami Beach… si yo consigo trabajar a buen nivel en esta ciudad, no me echan de aquí en una larga temporadita ni con agua caliente. Luego me paro, me bajo de las dos ruedas, me imagino a la puñetera NY haciendodome un guiño que me seduce y asusta a partes iguales y….mmm… como que me lo pienso mas detenidamente.

P.D. Si alguien ha visto una BH amarilla del 76 por favor que me avisé, aun tengo sofocos y sudores fríos en medio de la noche.

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